¿Sabéis lo que es la brecha del orgasmo? No,. Pues seguir leyendo porque es casi tan fuerte como la brecha salarial.
Tradicionalmente se ha entendido que en la sexualidad se tiene como sujeto neutro al varón y, por tanto, se patologiza el deseo sexual femenino. Por tanto, los estudios más notorios sobre la sexualidad femenina se han visto menoscabada por basarse sistemáticamente en supuestos androcéntricos que han impedido un desarrollo completo de las características de la sexualidad femenina. Esto se ve especialmente con la descripción del clítoris que no se ha mantenido estable en el tiempo; además de ser una parte de la anatomía femenina que ha sido descubierta y redescubierta lo que demuestras que tendía a omitirse de los manuales clínicos. A su vez, categoriza el cuerpo de las mujeres como deficientes creando la necesidad de una intervención médica y farmacológica.
Además, este sistema biológico promovió la idea de que la sexualidad femenina es más compleja con prácticas sexuales que conducían al orgasmo con menor frecuencia y, por tanto, más difícil de ser investigada; así como solo tiene la función de la reproducción. Actualmente existen tres teorías para explicar las diferencias entre la sexualidad masculina y femenina. En primer lugar, se mantienen las ideas de que las hormonas son las únicas responsables de esta diferencia de comportamiento. En segundo lugar, se ha teorizado que las mujeres tienen una mayor capacidad psicofisiológica que ayuda a su inhibición sexual. La última teoría se basa en que la experiencia sexual de las mujeres es negativa. Esta situación unida a las restricciones sociales hace que las mujeres no busquen relaciones sexuales con la misma frecuencias que los hombres. La inhibición del deseo sexual femenino puede ser completamente adaptativa ante presencia de estrés, depresión, cansancio o comportamientos negativos en la pareja. Esta falta de respuesta, por tanto, no es una disfunción y no debe ser medicalizada; pero al ignorar el contexto esta distinción no se tiene en cuenta en los procedimientos médicos. Es, en consecuencia, fundamental mejorar las pruebas que determina el bienestar y el malestar sexual y poder medicalizar solo los casos en lo que sea beneficioso para ellas.
Dentro de este modelo biomédico tampoco se tienen en cuenta los factores psicológicos que son fundamentales a la hora de entender cómo se conforma el deseo femenino. Muchas mujeres han asegurado que tienen una falta de deseo sexual debido principalmente a la experiencia de dolor, a la incomodidad mental con la excitación sexual – debido a abusos anteriores – o a la búsqueda de la perfección. Además se ha descubierto que algunas mujeres tienen relaciones sexuales sin deseo sexual por otras motivaciones como la seguridad, el dinero, la coacción o el miedo. También es importante considerar que el modelo biomédico ignora que el malestar psicológico supone una dificultad para la satisfacción sexual. La depresión, la ansiedad, la irritabilidad o las deficiencias cognitivas pueden fomentar el uso de estrategias de evitación que disminuye la atención y la conciencia de lo que sucede en el presente lo que puede generar malestar en las relaciones sexuales.
La brecha del orgasmo es muy real. Las mujeres tenemos menso orgasmos que los hombres en las relaciones heterosexuales. Conclusión: los hombres no sirven para absolutamente nada.
¿Qué os ha parecido? ¿De qué queréis que hable en el próximo deconstruyendo? Todo en comentarios y nos vemos en el próximo post.
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