Estoy segura que habéis visto estos videos en Tik Tok de mujeres que, como la protagonista de Cleat Cute, han sido diagnosticadas con TDAH de adultas. Pues bien esto tiene una explicación: androcentrismo médico. La palabra androcentrismo hace referencia a la práctica de otorgar al varón y a su punto de vista una posición central en el mundo, las sociedades, la cultura y la historia. Desde una perspectiva androcéntrica, los hombres constituyen el sujeto de referencia y las mujeres quedan invisibilizadas o excluidas. Esta perspectiva no es únicamente atribuible a personas, sino también al lenguaje y a las instituciones sociales. Tampoco es una perspectiva que solamente poseen los hombres, sino todas las personas, hombres y mujeres, que han sido socializadas desde esta visión. La visión "androcéntrica" del mundo separa a mujeres y hombres y refuerza estereotipos de unas y otros según los roles de género que deben cumplir en las diversas esferas de la vida pública y privada.
La visión androcéntrica del mundo afecta también a la salud de las mujeres. El ejemplo clásico es el del infarto, puesto que mientras que en ellos hay un dolor en el brazo izquierdo, es menos común en mujeres. En ellas, además, la manifestación es más vaga, con angustia y malestar general. Pero como el modelo de estudio en el infarto es el masculino, las mujeres mueren más de infartos porque los médicos están menos preparados para reconocer sus síntomas.
Se ha excluido a las mujeres, también de los ensayos clínicos, algo que también se debía a la asumida capacidad y voluntad reproductiva. Uno de los casos más conocidos sobre ausencia de mujeres en ensayos clínicos fue el estudio del fármaco Flibanserin, conocido como “viagra para mujeres”: a pesar de estar pensando para un público femenino, el ensayo se hizo con 23 hombres y tan solo dos mujeres. Esta es una de las cuestiones que ha puesto de manifiesto la vacuna del COVID-19, que podría estar provocando alteraciones menstruales. En el caso de los ensayos clínicos de las vacunas contra el COVID-19, sí había representación femenina. El problema es más bien de un diseño androcéntrico que, de nuevo, no contempla la variabilidad hormonal durante la edad fértil y en fase estrogénica. A esto se suma, la relativización que las propias mujeres hacen de sus problemas de salud. El androcentrismo también funciona de esa manera, considerando que las particularidades femeninas son menos importantes. Muchas mujeres han minimizado sus dolores o problemas en la menstruación habitualmente y, por tanto, en el ensayo también.
Las mujeres tienen un mayor retraso en el diagnóstico de diferentes enfermedades, así como de un mayor retraso terapéutico. En cuanto a enfermedades respiratorias, el tabaco como riesgo de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) era la razón de un diagnóstico menos frecuente en las mujeres. También los roles de género juegan un papel en el sesgo androcéntrico en el caso de enfermedades inflamatorias digestivas como la colitis ulcerosa o el Crohn. Hay una mayor demora diagnóstica en mujeres que en hombres o incluso errores diagnósticos: se asume con mayor frecuencia que si tienen diarrea o estreñimiento es porque están estresadas o tienen ansiedad y no buscan una causa más allá, cuando puede ser una enfermedad autoinmune. Las mujeres son diagnosticadas más tarde que los hombres en, al menos, 700 enfermedades.
La asistencia sanitaria adolece de vacíos puesto que se estudia a fondo la próstata, pero mucho menos el ciclo menstrual. Cualquier problema de menstruación lo tratamos con anticonceptivos hormonales. Al inhibir el ciclo menstrual estamos dejando de estudiar las causas de un posible problema. De esta forma, la ausencia de ciencia se suple medicalizando.
Ocurre algo similar con la salud mental. Por un lado, cualquier queja de una mujer se atribuye a que tiene ansiedad o depresión. Esto hace que se obvie la dimensión social, económica y política de la salud. Las mujeres son etiquetadas con mayor frecuencia de problemas de salud mental, pero si a la depresión y la ansiedad les añadimos el alcoholismo y el suicidio, la prevalencia es similar en ambos sexos. Sin embargo, en otras enfermedades, como el TDAH, es más difícil que las mujeres sean diagnosticadas porque se buscan los síntomas masculinos.
Las mujeres son tan propensas a tener TDAH como los hombres. No obstante, vemos que las mujeres tienen menos probabilidades de ser diagnosticadas que los hombres; y la diferencia es realmente muy marcada. Los síntomas del TDAH a veces se descartan como un comportamiento típico; especialmente en las mujeres, que a menudo se perciben como excesivamente emocionales y ansiosas. Todo el mundo pasa por momentos de estrés. Pero para las personas con TDAH este estrés es más profundo: forma parte de la vida diaria. Para entender por qué existe esta diferencia en la forma de experimentar el TDAH entre hombres y mujeres, hay que tener en cuenta tres factores claves: las dificultades para diagnosticar TDAH en mujeres, cómo los estereotipos de género influyen en el comportamiento de una mujer con TDAH y el rol de las hormonas en la sintomatología del TDAH en mujeres.
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) se suele entender como un trastorno de niños, ya que ellos reciben este diagnóstico mucho más que las niñas en edad de escolaridad. Cuando pensamos en TDAH, automáticamente aparece en nuestra mente la imagen de un niño que no puede prestar atención en clase, se mueve constantemente y no controla sus emociones. Pero, como mencionamos antes, las investigaciones indican que el TDAH es tan común en niñas y mujeres como en niños y hombres. La razón de esta disparidad: Hombres y mujeres presentan distintos síntomas y experimentan de formas distintas el trastorno; pero las herramientas diagnósticas disponibles están hechas a partir de estudios que solo incluían niños. Esto significa que para los doctores es más difícil detectar el trastorno en una niña o mujer, y por eso muchas pasan desapercibidas. En general, las personas con TDAH son bastante propensas a desarrollar otros trastornos al mismo tiempo, llamados trastornos comórbidos. En particular, las mujeres tienen más probabilidades que los hombres a tener ansiedad, depresión, sobrecarga sensorial, trastorno límite de la personalidad o trastornos alimentarios. Esta superposición de síntomas lleva a muchos médicos a enfocarse solo en los trastornos comórbidos sin darse cuenta que el problema de base es el TDAH. Una gran diferencia entre los sexos es que los hombres con TDAH suelen exteriorizar sus frustraciones y son más propensos a la agresión física; sin embargo, las mujeres suelen internalizar su ira y su angustia en vez de expresarlas. En consecuencia, se ve que los rasgos típicos masculinos del TDAH suelen ser la hipersensibilidad, la incapacidad de concentración, la tendencia a cambiar de trabajo y la dificultad para asumir responsabilidades. Para las mujeres son más comunes la baja autoestima, la angustia psicológica, los sentimientos de inadecuación y el estrés crónico. Esto hace que en el caso de las mujeres sea más difícil que otros noten los síntomas del trastorno.
Si mezclamos la menstruación, las hormonas y los tan comunes estereotipos femeninos, no es de extrañar que las mujeres sean más propensas a confundir los síntomas del TDAH con el cansancio del día a día. En primer lugar, el tipo de TDAH más conocido es el hiperactivo-impulsivo. Este tipo suele presentar síntomas como: sensación de inquietud interna, habla en exceso, toma de decisiones. Según investigaciones, los hombres son más propensos a experimentar este tipo de TDAH. Mientras que las mujeres son más propensas a tener el tipo inatento, que tiene síntomas mucho más interiorizados. En segundo lugar, los síntomas del TDAH en mujeres suelen explicarse como rasgos de carácter más que como TDAH. Por ejemplo, se puede considerar que una mujer es distraída, sueña despierta, es olvidadiza o muy habladora. Así pues, suelen pasar años hasta que ellas mismas buscan ayuda para mejorar su salud mental y poder llevar mejor sus responsabilidades de trabajo, estudios, familia, etc. Por último, la mayoría de estos síntomas tienen un impacto directo en la autoestima de la persona. Quienes los sufren pueden darse cuenta de cosas como los olvidos constantes; la incapacidad para llevar a término sus planes; sus ensoñaciones en situaciones inoportunas; su falta de organización y planificación; las dificultades para gestionar el trabajo y las tareas personales al mismo tiempo; y su elevada predisposición a la ansiedad. Como resultado, pueden sentirse mal consigo mismas y sentir que deben luchar contra el estrés o la ansiedad relacionados con sus abrumadoras responsabilidades. Sobre todo con la expectativa social de que las mujeres deben balancear el cuidado de los hijos, la casa y la familia, junto con sus demás responsabilidades personales.
Así que ya veis, la medicina no es tan sabia como pensábamos.
¿Qué os ha parecido? ¿De qué otro tema puedo hablar? Todo en comentarios y nos vemos en el próximo post.
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